YO FUI HIJO PRODIGO





El hijo le dijo: "Padre, pequé contra el cielo y ante ti; ya no merezco ser llamado hijo tuyo"

¡Cuántos de nosotros nos sentimos indignos luego de haber pecado! definitivamente es un sentimiento común en los cristianos cuando no actuamos según los mandatos del Señor en una situación en particular, en lo absoluto, esta es la peor actitud que podemos adoptar. Lo único positivo que puedo sacar de este parecer es el temor de Dios de esa persona, por nada nos debemos sentir despreciable, explico el porqué:

Este sentimiento es errado, es consecuencia de un plan elaborado por el maligno ya que el intenta sembrar este juicio en nuestra mente, en realidad nuestro actuar debe ser todo lo contrario, luego de una mala decisión debemos apegarnos al Padre celestial como dice Lucas 5:31   -  No necesitan de medico los que están sanos, sino los enfermos.

Lo que en realidad importa es el arrepentimiento de corazón, como marca en el pasaje del hijo prodigo, todo su ser experimento la contrición luego de pasar muchos inconvenientes y su espíritu lo llevo a confiar en la piedad de su padre, así, justo así debemos actuar nosotros, les aseguro que en ese instante actúa la infinita misericordia de Dios, y el cielo se estremece de alegría como dice Lucas 15:10     "Hay alegría en los ángeles de Dios por un solo que se convierta"


Se hace mas sencillo comprender el porqué no debemos sentirnos indignos para Dios cuando recordamos el pasaje de Jeremías 1:5 - Antes de haberte formado yo en el vientre, te conocía. 

Si Dios, siendo tan grande e infinito nos ama, nos conoce y cuida, incluso antes de nuestra gestación. ¿En verdad crees que Dios nos apartaría de su amor? La paternidad del Señor viene desde el inicio de los tiempos y va hasta la infinidad.

¿Quien nos separará del amor de Cristo? ¿La tribulación? , ¿la angustia? , ¿la persecución?, ¿el hambre?, ¿la desnudez?, ¿los peligros?, ¿la espada? - Romanos 8:35.

La respuesta es contundente, nadie ni nada nos puede separar del amor de Cristo y añado a esto, nadie ni nada nos puede quitar ser hijos de Dios, no importa cuántos errores llevas, lo que nos hace digno es reconocer la falla, perdonar, pedir perdón y enmendar las consecuencias; y sobre todo renovar tu compromiso con Dios.

Debo concluir, que meditando la parábola del hijo prodigo, el después de ese abrazo con su padre  jamás fue el mismo, sintió un amor nunca antes vivido, este amor lo sentimos cuando nos entregamos a la misericordia de Dios, de seguro su vida cambio y tuvo un nuevo despertar en el Señor, así como la tenemos todos nosotros justo en el momento que entregamos nuestras cargas al Padre.


Si de algo estoy seguro es que el amor de Dios es infinito. Y a ti te ama de manera especial.







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