CARTA A DIOS





Dios mio, debo confesarte que me enoje contigo, años intentando agradarte y solo obtengo tu silencio.

Me llene de rabia por todo lo que esta pasando, me siento solo, no veo tu respaldo. 

Soy pecador, de toda Gloria me despojó, entiendo que por eso aun no respaldas mis proyectos, pero, ¿Enserio tu pretendes que sea perfecto para respaldarme? Soy criatura tuya y desde que nací he sido pecador, esta condición tu la aprobaste desde los tiempos de Adán y Eva.

Dude de ti, creí que esto fue una novela de ficción,  sentí que era en vano seguir teniendo fe. Todo esto paso por mi mente cuando me sentí solo; todos se fueron y me sentí defraudado.

Los últimos años los gasto intentando ser un buen discípulo y solo consigo el desprecio de los demás ¿Así le pagas a tu hijo?

Luego de mucho llorar y cuestionarme, llego la paz, me di cuenta que fue necesario las lagrimas, había pasado mucho tiempo sin desahogarme, ¡por algo te inventaste el punto lagrimal!, perfecta válvula de escape para alivianar las cargas.

Tu tiempo nos es el mismo que el mio, tu plan es completamente distinto del mio, queriendo hacer lo que creo me hace feliz olvide preguntarte sobre tu voluntad en mi, entre mas me esfuerzo mas me desgasto, olvide lo poderoso que eres, mi capacidad es mínima ante tu sabiduría.

Entre mas suelto y dejo que seas tu quien dirija, mas encuentro mi propósito en la vida.

Me has quitado para darme a lo grande, has cerrado puertas para cuidarme, te enmudeces para que siga perfeccionando mi fe.

Aquí espero por ti, aun sigo en la buena batalla, aun no entiendo nada, pero te amo.







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